Tira la piedra y esconde la mano podría decirse.
Indujo el suicidio de Nisman con sus soeces comentarios sobre su contracción al trabajo y escaso nivel intelectual: no sabe redactar, confunde tiempos de verbo y todavía a el ni a Diana Conti los llamaron a declarar por sus descalificaciones con amenaza incluida.
Ahora desafía a un ministro de la Corte para que salga a la calle en medio de una turba de cámaras, micrófonos y periodistas y se consiga una gripe o una neumonía que lo mandaran con sus 97 años sin escalas a la otra vida y asunto concluido; ya está la vacante que precisaba Señora
En castellano básico es un asesino con alevosía y premeditación, serial por añadidura.
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