Ni por equivocación hubiese tocado el tema, pero como no se debe dejar escapar la ocasión, por eso la pintan calva, no es posible agarrarla de los pelos; buscando y rebuscando como siempre se me cruzó la calva en formato de un artículo de Arturo Pérez Reverte, la loca siguió viaje pero le pude manotear el link, como no puedo aunque quisiera imitar su prosa lo transcribo íntegramente.
Muchas señoras son lectoras de esta página, pues para ellas y ellos, no vamos a discriminar. Señoras sin señores y viceversa no pasarían de cosas que prefiero no calificar, hay tolerantes muy iracundos.
Shopping-fit y otras gilipolleces
XLSemanal - 05/3/2012
Lo juro por Snoopy y el Barón Rojo. Cada vez que me choteo de una estupidez de género y en el acto se descuelga una talibana mentándome a la madre, quiero corregirme. Hallar el camino y ver la luz, como Paulo Coelho. Advierto, por ejemplo, que las ultrarradicales del negocio nunca se meten con las revistas femeninas, e incluso algunas ocupan puestos de responsabilidad en ellas; velando, supongo, para que allí todo sea canónicamente no sexista. Buena será el agua cuando no la maldicen, concluyo. Por eso el otro día decidí sumergirme en busca de doctrina, leyendo una de esas revistas con consejos del tipo Cómo lucir joven a los 80, ¿Quieres oler bien? y Divina de la muerte a todas horas. Así que fui al kiosco. A ver cómo plantean el feminismo práctico, me dije. Con la que está cayendo, habrá algo interesante para reorientar la economía doméstica, encontrar trabajos dignos y cosas así. Algo útil de verdad. Y en efecto; apenas abierta una revista, leí: «Además de ecológica y saludable, la bicicleta para ir al trabajo es muy trendy». Y pensé: promete. Pero me quedé corto. La bici era lo de menos, porque lo delicioso estaba en otro sitio: consejos para que una señora adelgace sin esas vulgaridades de sudar, nadar, correr o pegarse caminatas. Lo trendy es otra cosa, mariposa. Más cool.
Mantenerse en forma desde el sofá, según el texto, está al alcance de cualquiera. La dama en cuestión está viendo Sálvame, por ejemplo; y para quitarse, como es su obligación, esos kilos que sobran después de ir por los niños al cole y calzarse horas de cocina, plancha y fregote al salir del curro, si lo tiene, bastará con ponerse bajo los glúteos unos electrodos que agitan los antedichos glúteos mediante una técnica de autoestimulación llamada Personalfitness Forladies, o algo parecido. Aunque, si la prójima es de natural aventurero, en vez de autoestimularse el fitness sentada puede hacerlo de pie, con un sistema para videoconsola llamado, creo, My Digitalbody is Rich: un simulador de baile que usan las estrellas de Hollywood, «que nos hace levantarnos del sofá para realizar una actividad saludable y compatible». En torno a la tabla de planchar, por ejemplo. O mientras limpia cuartos de baño.
Pero la joya del asunto es el shopping-fit. «De tiendas -dice el artículo, con un par- pero en clave de ejercicio». Para reducir grasas no hay como ir de compras, a ser posible dejando el coche en un parking que obligue a caminar 15 minutos -en Madrid, de Goya a Serrano, sin ir más lejos o too far-. Y si lo dejas en la planta cuarta, mejor. Más escaleras para tu cuerpo. Luego, el truco consiste en «ver tiendas; imagina unas dos horas de trabajo cardiovascular ligero con activación de la circulación». Pero mucho ojo, previene cauto el artículo. No te limites a buscar trapitos que estén a mano. «Enreda también en las estanterías bajas porque te obligarán a realizar flexiones que tonifican los glúteos». El regreso, cargada de bolsas, ofrece también una excelente oportunidad de personal training «equivalente a 15-25 minutos de trabajo cardiovascular a ritmo medio». Y ya puestos a rizar el rizo, si en vez de bolsas de Prada, Farrutx y Loewe -esto no lo dice el artículo, pero se deduce del contexto- la señora va cargada como una mula con bolsas de Carrefour, de Supercor o del mercado del barrio, el trabajo cardiovascular puede ser ya la pera limonera. Echen cuentas. Calculen el nivel, Maribel, de personal training. Completado, a modo de guinda, por un consejo importante: «No olvides tu botellín de agua. El shopping-fit es una actividad que exige estar bien hidratada».
Pero eso no es todo. Lo más trendy para adelgazar, según la revista, es la cama. Estirar las piernas sentada mientras te bajas la cremallera de las botas altas de Manolo Blahnik. Luego, tumbada, rodar la pelvis y apoyar cada vértebra en el colchón «como si tu columna fuese un collar de perlas». Aunque la perla viene luego: «Espero a mi chico sentada sobre los huesecitos del glúteo... Por fin mi pareja se mete en la cama y aprovecho para hacer el último estiramiento con él». En este punto, claro, me lancé ávido sobre esas líneas, dispuesto a aprender, con el nihil obstat de las asociaciones para igualdad de género subvencionadas por la Junta de Andalucía y demás Juntas pero no revueltas, los detalles de dicho estiramiento. Y leí, fascinado: «Lleva tu pierna, flexionada, por encima de tu cuerpo hasta entrar en contacto con el cuerpo de tu chico -sobre maridos normales o pavos de cuarenta para arriba no se especifica nada-. Luego mantén la rodilla apoyada en él durante 20-30 segundos. Salta por encima de tu chico y repite esa posición con la pierna contraria».
Ahora cierren los ojos, e imaginen. Porfa. No me digan que no es trendy.
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