agosto 05, 2013

VINO ATILA POR CUARTA VEZ



VINO ATILA POR CUARTA VEZ
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TOC,TOC,TOC ¡¡¡Zambomba!!! Otra vez Atila, más que presentirlo lo olfateo
Me estrecho con el huno en un interminable abrazo.
Presentía que andaba cerca mi amigo, le digo.
Nunca me fui muy lejos me contesta, acá no es posible distraerse, recordé su cumpleaños, mis espías me avisaron que encargó varios pechitos de cerdo ahumados que ahora le prepara una familia de germanos  y no podía dejar de estar.
-Así es Atila, no le avise por no distraerlo, supongo que está muy ocupado pero siempre tengo una reserva para usted.
-Tiene razón, estuve muy ocupado, conocí hembras jodidas en mi vida pero como la yegua que se echaron encima ninguna; hoy miro como madura mi trabajo, se suicidan solos, si no supiese que los romanos se terminaron, juraría que esta tribu Kirchnerista viene del Lacio.
Permítame, falta algo.
Abre la puerta y truena su voz, ¡Odarico! Las pieles, un cuarto de  patas negras y el carro.
Al instante aparecen ante la puerta diez hunos trayendo lo que se pide
Me mira sonriente y dice, no habrá pensado que vine con las manos vacías.
Los patas negras son de España, vandalucía para más datos, están salados y curados, lomos, costillares, bondiolas, paletas y cuartos traseros; las pieles de oso las encargue en Islandia están curtidas y bien sobadas, lo he visto templando de frío estos días y en el carro hay barriles de borgoña legítimo y unas niñas danesas y lombardas que lo van a abrigar.
Gracias Atila, pero lo que no se comparte no se disfruta del todo, acomódese, traemos un barril, un jamón patas negras y algunas niñas.
Hecho, ¡Odarico! Hazte cargo y mete el carro en el jardín, estas delicatessen no son para que estén al alcance de los vulgares ordinarios que circulan.
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 A primera hora de la madrugada comenzamos a estirar los músculos y me pidió unos mates; ¡Epa! la tierra colorada se pega le digo y me contesta una risotada
Antes de clarear el alba nos despedimos.
No olvide todo lo hablado en mis otras visitas, se viene el final y los últimos espasmos serán bravos, no se desacomode porque no habrá piedad, siento que unos ojos de un celeste profundo me taladran la nuca.
 Si ya se Atila, quien puede olvidarlo con esta ayuda memoria que me deja.
Usted tampoco olvide que tenemos un pacto pendiente si me llaman: el caballo árabe para galopar los cielos infinitos juntos.
-Mis hombres lo cuidan y lo varean todos los días, me contesta, nunca se sabe cuando llega la hora.
Así es amigo lector, de ilusiones también se vive, es barato, no hace mal a la salud, no contamina ni daña a nadie, solo requiere un poco de imaginación y acomodar el relato a los propios gustos, si lo hacen presidentes ¿por qué no puede hacerlo un médico jubilado?


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