VINO ATILA POR CUARTA VEZ
Visitas anteriores:
TOC,TOC,TOC ¡¡¡Zambomba!!! Otra vez Atila, más que
presentirlo lo olfateo
Me estrecho con el huno en un interminable abrazo.
Presentía que andaba cerca mi amigo, le digo.
Nunca me fui muy lejos me contesta, acá no es posible
distraerse, recordé su cumpleaños, mis espías me avisaron que encargó varios
pechitos de cerdo ahumados que ahora le prepara una familia de germanos y no podía dejar de estar.
-Así es Atila, no le avise por no distraerlo, supongo que
está muy ocupado pero siempre tengo una reserva para usted.
-Tiene razón, estuve muy ocupado, conocí hembras jodidas en
mi vida pero como la yegua que se echaron encima ninguna; hoy miro como madura
mi trabajo, se suicidan solos, si no supiese que los romanos se terminaron,
juraría que esta tribu Kirchnerista viene del Lacio.
Permítame, falta algo.
Abre la puerta y truena su voz, ¡Odarico! Las pieles, un cuarto
de patas negras y el carro.
Al instante aparecen ante la puerta diez hunos trayendo lo
que se pide
Me mira sonriente y dice, no habrá pensado que vine con las
manos vacías.
Los patas negras son de España, vandalucía para más datos, están
salados y curados, lomos, costillares, bondiolas, paletas y cuartos traseros;
las pieles de oso las encargue en Islandia están curtidas y bien sobadas, lo he
visto templando de frío estos días y en el carro hay barriles de borgoña
legítimo y unas niñas danesas y lombardas que lo van a abrigar.
Gracias Atila, pero lo que no se comparte no se disfruta del
todo, acomódese, traemos un barril, un jamón patas negras y algunas niñas.
Hecho, ¡Odarico! Hazte cargo y mete el carro en el jardín,
estas delicatessen no son para que estén al alcance de los vulgares ordinarios
que circulan.
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A primera hora de la
madrugada comenzamos a estirar los músculos y me pidió unos mates; ¡Epa! la
tierra colorada se pega le digo y me contesta una risotada
Antes de clarear el alba nos despedimos.
No olvide todo lo hablado en mis otras visitas, se viene el
final y los últimos espasmos serán bravos, no se desacomode porque no habrá
piedad, siento que unos ojos de un celeste profundo me taladran la nuca.
Si ya se Atila, quien
puede olvidarlo con esta ayuda memoria que me deja.
Usted tampoco olvide que tenemos un pacto pendiente si me
llaman: el caballo árabe para galopar los cielos infinitos juntos.
-Mis hombres lo cuidan y lo varean todos los días, me
contesta, nunca se sabe cuando llega la hora.
Así es amigo lector, de ilusiones también se vive, es
barato, no hace mal a la salud, no contamina ni daña a nadie, solo requiere un
poco de imaginación y acomodar el relato a los propios gustos, si lo hacen
presidentes ¿por qué no puede hacerlo un médico jubilado?
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