Ocio destructivo
Solución práctica
Cuéntase que en lejano país de los ciegos que no querían ver, para castigarlos el Hada hizo que un bizco que solo veía la mitad y dividía todo fuese rey, la reina era una loca que anunciaba prometía e inauguraba lo nunca haría y un nene deficiente mental el heredero
Afortunadamente para los habitantes de este fabuloso país, en su territorio había una ínsula llamada Tecnópolis que encontraba solución a los errores; bueno, no a todos, los de fábrica no los arreglan ni los magos.
Un ministro de la corte siempre aclaraba; primero aclaró que ignoraba que en sus departamentos alquilados no sabía que se ejercía la prostitución, porque los administra un delincuente común que se hizo cargo de su estudio, el Dr. Grossman, casualmente abogado del virrey Boudou.
Los jefes de Gabinete interpretaban para que los ciegos que no querían ver entendieran.
Es cierto que se puede con un gran esfuerzo resocializar a un pibe chorro que nunca conoció otra cosa, pero es delirante o cínico que se pretenda hacerlo con asesinos a sangre fría, tremendos gandules que no han hecho otra cosa en su vida que vagar, violar, matar o tocar el bombo o la batería y muchísimo menos que el encargado de decidir quien si y quien no, sea el director del Servicio Penitenciario, que en sus ratos de ocio dirige la murga cultural: LOS NEGROS DE MIERDA.
Afortunadamente en su supina ignorancia y soberbia entraron en un berenjenal del que no es fácil salir virgen.
En las cárceles los privilegios se pagan al contado, seleccionar a este si le doy y a este no, deja necesariamente un saldo mayor de resentidos que es solo cuestión de poco tiempo que pasen la factura.
En tanto los delincuentes tienen casa, comida, entretenimiento, salidas culturles y cobran un sueldo básico todo a cargo de las victimas y otros honrados ciudadanos.
Aclare que oscurece
Cuéntase que en lejano país de los ciegos que no querían ver, para castigarlos el Hada hizo que un bizco que solo veía la mitad y dividía todo fuese rey, la reina era una loca que anunciaba prometía e inauguraba lo nunca haría y un nene deficiente mental el heredero
Afortunadamente para los habitantes de este fabuloso país, en su territorio había una ínsula llamada Tecnópolis que encontraba solución a los errores; bueno, no a todos, los de fábrica no los arreglan ni los magos.
Un ministro de la corte siempre aclaraba; primero aclaró que ignoraba que en sus departamentos alquilados no sabía que se ejercía la prostitución, porque los administra un delincuente común que se hizo cargo de su estudio, el Dr. Grossman, casualmente abogado del virrey Boudou.
Los jefes de Gabinete interpretaban para que los ciegos que no querían ver entendieran.
Es cierto que se puede con un gran esfuerzo resocializar a un pibe chorro que nunca conoció otra cosa, pero es delirante o cínico que se pretenda hacerlo con asesinos a sangre fría, tremendos gandules que no han hecho otra cosa en su vida que vagar, violar, matar o tocar el bombo o la batería y muchísimo menos que el encargado de decidir quien si y quien no, sea el director del Servicio Penitenciario, que en sus ratos de ocio dirige la murga cultural: LOS NEGROS DE MIERDA.
Afortunadamente en su supina ignorancia y soberbia entraron en un berenjenal del que no es fácil salir virgen.
En las cárceles los privilegios se pagan al contado, seleccionar a este si le doy y a este no, deja necesariamente un saldo mayor de resentidos que es solo cuestión de poco tiempo que pasen la factura.
En tanto los delincuentes tienen casa, comida, entretenimiento, salidas culturles y cobran un sueldo básico todo a cargo de las victimas y otros honrados ciudadanos.
Aclare que oscurece
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