Táctica militar o política que consiste en devastar un país o una región de todo aquello que pueda ser de utilidad al oponente.
Vercingetorix el rey de los Galos la practicó sistemáticamente frente a Julio Cesar, con el fin de evitar que los “forrajeros” de las legiones encontrasen granos y rebaños para alimentarlas; con el derrumbe del imperio de occidente, villas, señores y propietarios rurales lo utilizaron como recurso defensivo para evitar que extraños invasores se asentasen en las inmediaciones de sus propiedades amenazándolas.
Así como los galos quemaban sembrados y praderas los hispanos talaban bosques y los germanos los conservaban, eran su refugio, cada uno en su geografía.
Años más tarde, en un desplante de borbónica soberbia Luis XV acuñó la frase: Après moi le déluge (después de mi el diluvio) que otros atribuyen a su yunta Madame de Pompadour; sea como sea no se equivocaron, su nieto el Luis XVI y María Antonieta pueden certificarlo.
Modernamente es casi una Teorema elemental de las ciencias políticas como recurso de defensa y continuidad: “después de nosotros esto es ingobernable, por lo tanto somos insustituibles.”
Es el modelo Kirchner que muchos no aciertan a definir y por más que lo quieran profundizar está demasiado a la vista para no verlo.
Invito a la reflexión sumando la destrucción de las cadenas de producción y comercialización, de las RREE –serán un apestado internacional pronostica el canciller de España- la educación, la justicia garantista, la cultura de los derechos gratuitos sin obligaciones, el desborde moral de todos los principios y valores, el imperio del número sobre la razón y el criterio.
Es el momento de la pregunta fatal ¿Y después quién o qué?
Desde la fácil a la altura de cualquier idiota: clausurar el congreso, la política y gobernar por decreto que es volver a lo mismo que parió el monstruo, es sabido que la ocasión hace al ladrón, el mejor intencionado y honesto acabaría por fuerza de las circunstancias convirtiéndose en un nuevo autócrata; al no es todo malo; hay cosas que corregir y otras que continuar, tipo pensamiento mágico de Carrio, Macri, Alfonsin y Binner que nunca explicaron donde está lo malo o que es bueno en esta década infamante.
Como se ve, no es sencilla la cuestión.
Bien vale la pena sobarla y amasarla porque el día después está a la vuelta de la esquina y esto no da para copiar, improvisar, hacer experimentos políticos o gárgaras de democracia. Hace setenta años que estamos en eso, dos generaciones quemadas en el altar de la soberbia política; si padres e hijos y vamos por los nietos.
Por favor, escribo en serio no me venga con volver a la constitución y las instituciones.
No pasan de andariveles por los que deben circular los gobiernos, solo son marcos legales no instituciones de beneficencia y tolerancia que den respuesta a cuanto capricho y demanda aparezca cortando calles avenidas o rutas; paralizando el transporte o la producción. Ni hablar de manifestaciones que liberan delincuente como en los tiempos de Righi y que no mereció ni un solo comentario de los puros demócratas.
Si en lugar de redactar estuviese leyendo lo que otro escribió ya tendría el comentario: No hay que hacer la tortilla antes de romper los huevos y es cierto. No pido equipos multidisciplinarios como ahora se dice que diseñen planes, conocemos varios, solo memoriosos criteriosos parados en la realidad real y no en la de sus delirantes prejuicios, que tengan muy en claro que esto no y aquello tampoco.
Nadie puede saber como será y en que circunstancias el día después.
Cuando llegue serán las decisiones, teniendo en claro cuales no pueden ni deben ser.
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