Se suceden sin pausa los fenómenos de agitación: huracanes, tifones, maremotos, volcanes, terremotos etc.
Los expertos anuncian cosas peores. Como siempre se busca un culpable, pareciera que esto deja tranquilos a todos. El calentamiento global y la garra depredadora del hombre encabezan la lista de sospechosos, y no es errado, sobre esto escribí en el artículo “Lo que viene” y sigo pensando lo mismo, el mal está hecho y no tiene remedio, el mundo se equilibrará nuevamente por las suyas, en este punto cabe una reflexión: han pasado eras glaciares, desiertos de hoy que eran el fondo del mar, hasta la piedra caliza que los parisinos extrajeron de su subsuelo para hacer los primeros puentes sobre el Sena era lecho marino, y en esos tiempos el hombre no depredaba, ni calentaba la atmósfera y aún quizás ni existía. No demos “por el pito más de lo que el pito vale”.
El mundo siguió, se modificaron las costas, subieron y bajaron los mares y éste, nuestro peñasco, continúa rodando por el espacio, el ser humano no lo va ha destruir ni con humo ni con bombas, podrá cambiarlo, tanto, que del de hoy no quede ni recuerdo, será otro y va a doler, por ahora habrá que cargar con las consecuencias de lo hecho y a empezar de nuevo. Ya que nos quejamos tanto de lo que hay, solita va a venir la oportunidad de cambiarlo todo, no nos hagamos “la gata flora”
Se dice que esto responde entre otras cosas al ½ grado de temperatura que aumentó el océano Atlántico, me pregunto ¿el Pacífico estará en el congelador? Porque si no es así están dadas las condiciones para la olvidada Corriente del Niño, la que llega para Navidad y se extiende por casi un año para darle paso al fenómeno inverso de “La Niña”, que van a alternar sequías e inundaciones. Alguna vez presintiéndolo me referí a nuestros magos de la economía y la política que pusieron todas las fichas a las dos variables más imprevisibles: el clima y la “coyuntura del comercio internacional”. No quiero ni pensar en las consecuencias para nosotros si se llegan a caer dos cosechas y esto ya ha pasado.
¿Cómo se gradúan hoy las catástrofes? Por la cantidad de víctimas y por su origen, no es igual que mueran 100.000 de hambre en Nigeria que 100 por un huracán en Florida.
¿Ha cambiado realmente algo o esto siempre pasó?.
A nadie se le mueve un pelo por un huracán en el desierto, la noticia y lo que impacta no es el fenómeno en si sino el tendal de victimas que deja. Cada día habrá más muertos por la sencilla razón que el hombre habita lugares que siempre se supo eran peligrosos. Acaba de ocurrir en Guatemala y poco antes en Nueva Orleáns. Siempre hubo huracanes e inundaciones, terremotos y volcanes, es cierto que hoy quizás sean mayores y también es cierto que hay más gente en el camino.
Cuando ocurrieron las grandes migraciones, los que llegaban o peleaban por un lugar en las tierras ocupadas o se asentaban en los espacios vacíos, nunca se preguntaron ¿por qué acá no hay nadie?
Recordemos rápidamente; Holanda y los llamados Países Bajos; Venecia; y hasta Roma a la vera de los infectos pantanos del Tíber, pero se poblaron sus siete colinas y hoy ya no hay lugar en lo que fueron pantanos, la mano del hombre es poderosa pero nunca lo será tanto como la fuerza de la naturaleza que siempre vuelve por lo suyo, y desde siempre tuvo sus válvulas de escape en los mismos lugares. De antiguo se sabe que no hay que sentarse en los volcanes.
Hasta el milenariamente rico Egipto ha “matado el Nilo”, su gallina de los huevos de oro, a cambio de electricidad que no usan en un monumento a la estupidez humana como es la represa de Asuan.
Es difícil concebir que alguien en su sano juicio pueble y construya ciudades varios metros por debajo del nivel del mar, que esta en la esquina. Hemos admirado las obras de saneamiento e ingeniería para ganarle tierra al mar o drenar pantanos. Hoy los expertos asombran con proyectos faraónicos para salvar Venecia o frenar el avance del Mar del Norte. Se presupuestan millones de dólares para instalar una base permanente en la luna, cuando terminen ¿tendrán nafta para el viaje? o ¿habrá llegado la hora de pagar la factura?
Recuerdo hace ya muchos años, que se le atribuía a la vieja ruta Nº2 la responsabilidad de las inundaciones que dejaban a casi media provincia de Buenos Aires bajo el agua, se construyeron después canales y todo arreglado, así dicen, pero el dique de la ruta sigue estando y esto pasa y pasó en todas partes. No quiero ser apocalíptico, pero sería bueno los fines de semana aprender a hacer fuego sin fósforos o encendedores, afilar piedras, fabricar arcos y flechas, por las dudas ¿no? O averiguar que había donde hoy estamos parados, no digo que se mude, pero al menos para comprar un salvavidas o un bote o curar unos jamones, para ir tirando. “hombre prudente vale por dos”
Los expertos anuncian cosas peores. Como siempre se busca un culpable, pareciera que esto deja tranquilos a todos. El calentamiento global y la garra depredadora del hombre encabezan la lista de sospechosos, y no es errado, sobre esto escribí en el artículo “Lo que viene” y sigo pensando lo mismo, el mal está hecho y no tiene remedio, el mundo se equilibrará nuevamente por las suyas, en este punto cabe una reflexión: han pasado eras glaciares, desiertos de hoy que eran el fondo del mar, hasta la piedra caliza que los parisinos extrajeron de su subsuelo para hacer los primeros puentes sobre el Sena era lecho marino, y en esos tiempos el hombre no depredaba, ni calentaba la atmósfera y aún quizás ni existía. No demos “por el pito más de lo que el pito vale”.
El mundo siguió, se modificaron las costas, subieron y bajaron los mares y éste, nuestro peñasco, continúa rodando por el espacio, el ser humano no lo va ha destruir ni con humo ni con bombas, podrá cambiarlo, tanto, que del de hoy no quede ni recuerdo, será otro y va a doler, por ahora habrá que cargar con las consecuencias de lo hecho y a empezar de nuevo. Ya que nos quejamos tanto de lo que hay, solita va a venir la oportunidad de cambiarlo todo, no nos hagamos “la gata flora”
Se dice que esto responde entre otras cosas al ½ grado de temperatura que aumentó el océano Atlántico, me pregunto ¿el Pacífico estará en el congelador? Porque si no es así están dadas las condiciones para la olvidada Corriente del Niño, la que llega para Navidad y se extiende por casi un año para darle paso al fenómeno inverso de “La Niña”, que van a alternar sequías e inundaciones. Alguna vez presintiéndolo me referí a nuestros magos de la economía y la política que pusieron todas las fichas a las dos variables más imprevisibles: el clima y la “coyuntura del comercio internacional”. No quiero ni pensar en las consecuencias para nosotros si se llegan a caer dos cosechas y esto ya ha pasado.
¿Cómo se gradúan hoy las catástrofes? Por la cantidad de víctimas y por su origen, no es igual que mueran 100.000 de hambre en Nigeria que 100 por un huracán en Florida.
¿Ha cambiado realmente algo o esto siempre pasó?.
A nadie se le mueve un pelo por un huracán en el desierto, la noticia y lo que impacta no es el fenómeno en si sino el tendal de victimas que deja. Cada día habrá más muertos por la sencilla razón que el hombre habita lugares que siempre se supo eran peligrosos. Acaba de ocurrir en Guatemala y poco antes en Nueva Orleáns. Siempre hubo huracanes e inundaciones, terremotos y volcanes, es cierto que hoy quizás sean mayores y también es cierto que hay más gente en el camino.
Cuando ocurrieron las grandes migraciones, los que llegaban o peleaban por un lugar en las tierras ocupadas o se asentaban en los espacios vacíos, nunca se preguntaron ¿por qué acá no hay nadie?
Recordemos rápidamente; Holanda y los llamados Países Bajos; Venecia; y hasta Roma a la vera de los infectos pantanos del Tíber, pero se poblaron sus siete colinas y hoy ya no hay lugar en lo que fueron pantanos, la mano del hombre es poderosa pero nunca lo será tanto como la fuerza de la naturaleza que siempre vuelve por lo suyo, y desde siempre tuvo sus válvulas de escape en los mismos lugares. De antiguo se sabe que no hay que sentarse en los volcanes.
Hasta el milenariamente rico Egipto ha “matado el Nilo”, su gallina de los huevos de oro, a cambio de electricidad que no usan en un monumento a la estupidez humana como es la represa de Asuan.
Es difícil concebir que alguien en su sano juicio pueble y construya ciudades varios metros por debajo del nivel del mar, que esta en la esquina. Hemos admirado las obras de saneamiento e ingeniería para ganarle tierra al mar o drenar pantanos. Hoy los expertos asombran con proyectos faraónicos para salvar Venecia o frenar el avance del Mar del Norte. Se presupuestan millones de dólares para instalar una base permanente en la luna, cuando terminen ¿tendrán nafta para el viaje? o ¿habrá llegado la hora de pagar la factura?
Recuerdo hace ya muchos años, que se le atribuía a la vieja ruta Nº2 la responsabilidad de las inundaciones que dejaban a casi media provincia de Buenos Aires bajo el agua, se construyeron después canales y todo arreglado, así dicen, pero el dique de la ruta sigue estando y esto pasa y pasó en todas partes. No quiero ser apocalíptico, pero sería bueno los fines de semana aprender a hacer fuego sin fósforos o encendedores, afilar piedras, fabricar arcos y flechas, por las dudas ¿no? O averiguar que había donde hoy estamos parados, no digo que se mude, pero al menos para comprar un salvavidas o un bote o curar unos jamones, para ir tirando. “hombre prudente vale por dos”
7 comentarios:
Bienvenido de vuelta al espacio
Creo que en esta ausencia la sesera a cocinado bastante, buenísimo el artículo
Bienvenido de vuelta al espacio
Creo que en esta ausencia la sesera a cocinado bastante, buenísimo el artículo
Bienvenido de vuelta al espacio
Creo que en esta ausencia la sesera a cocinado bastante, buenísimo el artículo
Pues así es mi amigo, yo tengo contruído mi refugio (mas bien mi cueva) e incluso ya he pintado mis manos en las paredes (al estilo Atapuerca), como para joderles la vida a los futuros arqueólogos que estudien nuestra extinción.
Muy bueno el artículo.
Un Beso
Es verdad lo que dice, pero si usted vive en un lugar dónde la tierra es colorada.... mal lo veo!.
debe tener un volcán debajo y pisar todos los días sobre lava solidificada. Yo que usted me traslado a Indonesia, siempre es preferible un Tsunami de éstos que una erupción volcánica debajo de su casa
Gracias Rafael, acá espero un tsunami de tierra adentro,cuando el peso de las represas raje el macizo de basalto y se parta el muro de Itaipú. Ya se que desde que ocurra en 6 horas llega la ola a Posadas,si es menos tampoco importa no hay puerta de salida y entre mis proyectos no está quedar para semilla.Siga trabajando en su cueva es muy buena su idea.
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