De todas las materias que componen una instrucción medianamente seria, el idioma es la que tiene y ha tenido peor fama. Jamás es un amor de juventud, llega solito con los años, en gran medida cuando se comprende cuanto tiempo se pierde por no hablar y escribir correctamente y cuanto tiempo nos demanda entender lo que otros dicen y escriben.
El problema parece estar en la enseñanza, casi diría en la raíz de la misma, para enseñar hay que saber.
En los últimos años la cuestión se ha complicado; por un lado siendo que existen más cerebros de los que el mundo necesita para seguir funcionando y la materia prima proviene cada vez más de estratos culturalmente más bajos; y por el otro al disminuir el tiempo que padres hijos comparten al día. Es cada vez más relevante la influencia que los medios, radio TV y prensa tienen en la educación de los menores. Ambos factores trabajan para el mismo lado, un cada vez menor nivel intelectual que se expresa en la pobreza del lenguaje y lleva a la proliferación anárquica de neologismos para poder encontrar la forma de expresar una idea que la ignorancia no acierta a darle el nombre adecuado y reconocible por todos. Diariamente nos encontramos con “profugados”, “profuguez”, “eventos”, “abarcativos”, “lindos olores”, “gustos divertidos” y otros miles que dejan al más pintado haciendo piruetas intelectuales para entender con precisión a que se están refiriendo.
Muy lejos está de mi ánimo abogar por un idioma cotidiano y coloquial con revestimientos académicos y para hacerlo más claro voy a transcribir no más de media página de un libro excepcional “Defensa apasionada del idioma español” de Alex Grijelmo (grupo Santillana de Ediciones SA, Madrid, 2001).
“La unidad del idioma no se altera en absoluto por el hecho que un español bucee en la piscina mientras un mejicano nada en la alberca y un argentino se baña en la pileta, estando todos ellos en el mismo lugar. Las tres palabras-precisamente hermosas-parten de lo más profundo de nuestro ser intelectual colectivo. Podemos ver el ADN de piscina en piscis y hasta saber que la palabra procede de aquellos estanques de los jardines que se adornaban con peces.... Y la alberca mejicana (del árabe al-birka, estanque) nos llevará por la genética y la historia a los terrenos de regadíos rurales donde se hacía preciso almacenar agua para esparcirla....Y la pileta la asociamos con pila y pilón...expresión tan española como las dos anteriores”.Vale la un pequeño esfuerzo no para parecer cultos y afectados, sino simplemente para que nos entiendan y entender a los otros. Por si hay alguna duda no creo que mostrar y exhibir ignorancia produzca réditos más bien cierra puertas y hoy por hoy cada vez hay menos abiertas.
El problema parece estar en la enseñanza, casi diría en la raíz de la misma, para enseñar hay que saber.
En los últimos años la cuestión se ha complicado; por un lado siendo que existen más cerebros de los que el mundo necesita para seguir funcionando y la materia prima proviene cada vez más de estratos culturalmente más bajos; y por el otro al disminuir el tiempo que padres hijos comparten al día. Es cada vez más relevante la influencia que los medios, radio TV y prensa tienen en la educación de los menores. Ambos factores trabajan para el mismo lado, un cada vez menor nivel intelectual que se expresa en la pobreza del lenguaje y lleva a la proliferación anárquica de neologismos para poder encontrar la forma de expresar una idea que la ignorancia no acierta a darle el nombre adecuado y reconocible por todos. Diariamente nos encontramos con “profugados”, “profuguez”, “eventos”, “abarcativos”, “lindos olores”, “gustos divertidos” y otros miles que dejan al más pintado haciendo piruetas intelectuales para entender con precisión a que se están refiriendo.
Muy lejos está de mi ánimo abogar por un idioma cotidiano y coloquial con revestimientos académicos y para hacerlo más claro voy a transcribir no más de media página de un libro excepcional “Defensa apasionada del idioma español” de Alex Grijelmo (grupo Santillana de Ediciones SA, Madrid, 2001).
“La unidad del idioma no se altera en absoluto por el hecho que un español bucee en la piscina mientras un mejicano nada en la alberca y un argentino se baña en la pileta, estando todos ellos en el mismo lugar. Las tres palabras-precisamente hermosas-parten de lo más profundo de nuestro ser intelectual colectivo. Podemos ver el ADN de piscina en piscis y hasta saber que la palabra procede de aquellos estanques de los jardines que se adornaban con peces.... Y la alberca mejicana (del árabe al-birka, estanque) nos llevará por la genética y la historia a los terrenos de regadíos rurales donde se hacía preciso almacenar agua para esparcirla....Y la pileta la asociamos con pila y pilón...expresión tan española como las dos anteriores”.Vale la un pequeño esfuerzo no para parecer cultos y afectados, sino simplemente para que nos entiendan y entender a los otros. Por si hay alguna duda no creo que mostrar y exhibir ignorancia produzca réditos más bien cierra puertas y hoy por hoy cada vez hay menos abiertas.
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