AVISO:
La semana pasada y la presente han sido irregulares en la edición de esta página, por razones exclusivamente personales. Superada la contingencia se retomará el ritmo normal, que demorará un par de días.
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Superó las expectativas que apostaban a la intrascendencia del viaje (ver: “El Papa se despidió de Alemania en una misa con un millón de fieles”). Habiendo seguido la cobertura periodística del evento no hubo sorpresas, nadie fue a cubrir lo que el Papa decía, sino a bajar la línea editorial que ya habían decidido, tan es así que se reiteró hasta el cansancio la presencia de SS en la Sinagoga de Colonia, el pedido a los musulmanes para combatir el terrorismo y las condenas a los excesos del régimen Nacional socialista.
Los “reclamos de la opinión pública”se les quedaron en el tintero, parece que la juventud en Colonia no estaba con esas ideas, ni le preocupaban. Las definiciones doctrinales trascendentes de SS quedaron casi perdidas. Fueron a cubrir el viaje de un político y se quedaron con las manos vacías.
Dos líneas marco con claridad el Pontífice y para sorpresa de la prensa fueron las dos más entusiastamente aclamadas por los jóvenes.
La Religión como producto de consumo, donde se toma lo que es útil y cómodo y se desprecia lo demás. Otra forma de la “moral utilitaria”.
Y sus clarísimas definiciones sobre la libertad quedaron sepultadas.
Si la desinformación de la prensa es grave en lo político, es mucho peor en lo religioso, sería prudente que las Conferencias episcopales tomaran debida nota y en lugar de ocuparse en reemplazar la actividad del estado para reparar los desaguisados económicos que hacen, dedicaran más tiempo y esfuerzos a difundir la verdad de los Evangelios y el Magisterio de la iglesia, que parece más su verdadera razón de ser. Si así fuera se ahorraría el escándalo de tener que escuchar a las Peloni y los Farinellos dándoles letra a todos los ateos militantes.
Los “reclamos de la opinión pública”se les quedaron en el tintero, parece que la juventud en Colonia no estaba con esas ideas, ni le preocupaban. Las definiciones doctrinales trascendentes de SS quedaron casi perdidas. Fueron a cubrir el viaje de un político y se quedaron con las manos vacías.
Dos líneas marco con claridad el Pontífice y para sorpresa de la prensa fueron las dos más entusiastamente aclamadas por los jóvenes.
La Religión como producto de consumo, donde se toma lo que es útil y cómodo y se desprecia lo demás. Otra forma de la “moral utilitaria”.
Y sus clarísimas definiciones sobre la libertad quedaron sepultadas.
Si la desinformación de la prensa es grave en lo político, es mucho peor en lo religioso, sería prudente que las Conferencias episcopales tomaran debida nota y en lugar de ocuparse en reemplazar la actividad del estado para reparar los desaguisados económicos que hacen, dedicaran más tiempo y esfuerzos a difundir la verdad de los Evangelios y el Magisterio de la iglesia, que parece más su verdadera razón de ser. Si así fuera se ahorraría el escándalo de tener que escuchar a las Peloni y los Farinellos dándoles letra a todos los ateos militantes.
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