Hace tiempo ya, escribí una serie de artículos llamados “Reflexiones” que sin una razón especial se discontinuó. Hoy parece haber entrado todo en una vorágine tal que sería conveniente volver a ellos. ¿De que se trata? En lo esencial diría, volver a ser dueños de nuestro tiempo, no permitir que la vida pase a nuestro lado sin dejar nada o sin exprimirla. Salir de nuestra carcaza, vaciar la mente de cosas intrascendentes, abrir bien los ojos, aguzar los oídos para ver, oír y pensando aprender, pasan muchas cosas a nuestro lado, que el tiempo se lleva y nunca volverán. Vivimos dejando escapar la sal y las enseñanzas, hasta creo que por analogía la vida se ha convertido en otra comida basura, sin sabor ni gusto a nada.
Casi diría que ya es tiempo de volver a salir de caza, a cazar momentos, experiencia, a vivir la vida, no la que nos dan prolijamente envasada, la real, la que pasa a nuestro lado, la que no distribuye un mayorista ni nos impone un productor. A pensar por nosotros, no lo que otros opinan que hay que pensar, saber o leer, en una palabra ¡ser libres!.
De cada cosa que pasa podemos aprender algo, sacar una conclusión o iniciar una reflexión que es el verdadero camino para crecer como personas. Personalmente he aprendido más de un gesto, una palabra o un comentario de desconocidos o gente humilde que de engolados profesores. Media hora en un café mirando la vida, enseña más que leerse en ese tiempo todo el periódico o el último y “sensacional best seller”. Por supuesto no sirve para lucirse. .¿Cuánto tiempo hace que no ve el cielo de noche y se lo queda mirando?. Se dirá que en la ciudad no se puede, en las ciudades hay todavía plazas y espacios verdes y no se puede lo que no se quiere, sin contar que hay vacaciones y fines de semana.
Las tres Marías existen y la Cruz del Sur también, el sol y la luna salen y se ponen todos los días, ¿sería capaz de encontrarlas de un golpe de vista? Y están ahí siempre. ¿Para que sirven? Dirá. Entre otras cosas para localizar el sur o para que en el silencio de la noche, salga ese niño inocente que alguna vez fuimos y le pregunte ¿qué es esto, a dónde fui a parar? O podamos escuchar la voz de nuestra conciencia preguntándonos ¿qué estamos haciendo? ¿para qué toda esta locura?.
¿Reparamos, los que tenemos dos piernas, en la habilidad con que se desplaza ese pobre con las piernas retorcidas y sin una marca de stress en su cara?. ¿en el mecanismo de defensa de ése crío que se tira al suelo porque no aguanta más que la madre lo lleve colgado de un brazo a un ritmo superior a sus piernas?, ésa visión le puede disparar aquel “no le hagas a otro lo que no quieres que te hagan” y de allí comenzar una interminable cadena de reflexiones. Somos nuestra propia obra y las grandes obras siempre comienzan con pequeñas piedras.
Paremos un minuto y hagámonos buenos hábitos, que para hacernos los malos el mundo se basta y sobra.
Escribí algo sobre volver a ser dueños de nuestro tiempo al principio y ya estoy pensando en un artículo sobre ello, parece que con tanta tecnología, electrodomésticos, transportes y comunicaciones instantáneas, debiera sobrarnos tiempo y resulta que es todo lo contrario. Paro, ya que esto será para otro momento.
Casi diría que ya es tiempo de volver a salir de caza, a cazar momentos, experiencia, a vivir la vida, no la que nos dan prolijamente envasada, la real, la que pasa a nuestro lado, la que no distribuye un mayorista ni nos impone un productor. A pensar por nosotros, no lo que otros opinan que hay que pensar, saber o leer, en una palabra ¡ser libres!.
De cada cosa que pasa podemos aprender algo, sacar una conclusión o iniciar una reflexión que es el verdadero camino para crecer como personas. Personalmente he aprendido más de un gesto, una palabra o un comentario de desconocidos o gente humilde que de engolados profesores. Media hora en un café mirando la vida, enseña más que leerse en ese tiempo todo el periódico o el último y “sensacional best seller”. Por supuesto no sirve para lucirse. .¿Cuánto tiempo hace que no ve el cielo de noche y se lo queda mirando?. Se dirá que en la ciudad no se puede, en las ciudades hay todavía plazas y espacios verdes y no se puede lo que no se quiere, sin contar que hay vacaciones y fines de semana.
Las tres Marías existen y la Cruz del Sur también, el sol y la luna salen y se ponen todos los días, ¿sería capaz de encontrarlas de un golpe de vista? Y están ahí siempre. ¿Para que sirven? Dirá. Entre otras cosas para localizar el sur o para que en el silencio de la noche, salga ese niño inocente que alguna vez fuimos y le pregunte ¿qué es esto, a dónde fui a parar? O podamos escuchar la voz de nuestra conciencia preguntándonos ¿qué estamos haciendo? ¿para qué toda esta locura?.
¿Reparamos, los que tenemos dos piernas, en la habilidad con que se desplaza ese pobre con las piernas retorcidas y sin una marca de stress en su cara?. ¿en el mecanismo de defensa de ése crío que se tira al suelo porque no aguanta más que la madre lo lleve colgado de un brazo a un ritmo superior a sus piernas?, ésa visión le puede disparar aquel “no le hagas a otro lo que no quieres que te hagan” y de allí comenzar una interminable cadena de reflexiones. Somos nuestra propia obra y las grandes obras siempre comienzan con pequeñas piedras.
Paremos un minuto y hagámonos buenos hábitos, que para hacernos los malos el mundo se basta y sobra.
Escribí algo sobre volver a ser dueños de nuestro tiempo al principio y ya estoy pensando en un artículo sobre ello, parece que con tanta tecnología, electrodomésticos, transportes y comunicaciones instantáneas, debiera sobrarnos tiempo y resulta que es todo lo contrario. Paro, ya que esto será para otro momento.
1 comentario:
Esto bien vale detenerse un rato para para bajar a la tierra y meditar sobre tanta verdad
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