Tierra Santa es un verdadero atolladero, como un engranaje que atrapa a todo el que pasa o se acerca y ello sucede casi desde los comienzos del hombre, allá cuando Caín y Abel; se vienen matando entre hermanos.
Ocurrió muchas veces en la historia, que un hecho común que se reitera a cada instante en todo el mundo, cambia el curso de los sucesos.
En momentos en que Atila decidía conquistar Constantinopla y el Imperio de Oriente, una muerte imprevista y una circunstancial propuesta volvieron su mirada a occidente y embistió contra Roma. Nada menos que mil años más sobrevivió el Imperio Bizantino al cambio de ruta.
Tierra Santa y el Cercano y Medio Oriente aparte de ser un mosaico de intereses políticos, económicos y religiosos, siempre fue como un imán para todos los que se creían con algo de poder en el mundo, fueran: Persas, Egipcios, Romanos, Francos, Ingleses o los modernos gendarmes puritanos. Pareciera que nadie se puede privar de meter la pezuña y dejar su huella en la milenaria tierra.
Se cerró, viva o no, el ciclo de un dirigente y su ausencia marcará a no dudarlo profundos cambios.
Algo tan cotidiano como un accidente cerebrovascular agudo que saca de circulación a un dirigente, puede prender fuego a una región que siempre conserva incandescentes las cenizas.
El recuerdo histórico de Atila no fue casual ni traído de los pelos.
Tengo toda la impresión que se estaban madurando otros campos de conflicto y que este episodio puede torcer la ruta del devenir histórico.
Desde que inicie la redacción de este artículo, simultáneamente a las primeras informaciones sobre la afección de Sharon han pasado demasiadas cosas, ninguna buena, que me afirman en la creencia que esto no va para “parches” ni soluciones coyunturales. En lo interno la información o desinformación que da Israel en nada ayuda. Esta especie de macabro velorio en vida muestra que la situación es bastante más compleja de lo que parece. El cúmulo de contradicciones y partes médicos encontrados supera todo lo conocido, aunque sea comprensible que a tanta altura hasta la medicina deba subordinarse a las “razones de estado”. El hombre ya está políticamente terminado, viva o no. La sucesión que no es un simple cambio de nombres, es el paso obligado y necesario por más continuidad que pretenda tener un Estado, otras serán las políticas o incluso los métodos y es preciso definirlas antes que un “fait accompli” le ponga andariveles a la salida. En lo externo se recalienta el conflicto, esta vez sin eufemismos: “nuclear”, que ha nadie le queden dudas y Europa sin razón aparente, se pone en la primera línea del conflicto.
Varias veces lo expuse en esta página, la guerra es cosa seria y con ella no se juega, nunca se pudo tener todo controlado. Los que advierten, amenazan o juegan a pesados, solo están demostrando que sirven para cualquier cosa menos para estar al frente de una potencia. No es para perder de vista lo que pasa y en no más de 48 hs. volveré sobre el tema.
Ocurrió muchas veces en la historia, que un hecho común que se reitera a cada instante en todo el mundo, cambia el curso de los sucesos.
En momentos en que Atila decidía conquistar Constantinopla y el Imperio de Oriente, una muerte imprevista y una circunstancial propuesta volvieron su mirada a occidente y embistió contra Roma. Nada menos que mil años más sobrevivió el Imperio Bizantino al cambio de ruta.
Tierra Santa y el Cercano y Medio Oriente aparte de ser un mosaico de intereses políticos, económicos y religiosos, siempre fue como un imán para todos los que se creían con algo de poder en el mundo, fueran: Persas, Egipcios, Romanos, Francos, Ingleses o los modernos gendarmes puritanos. Pareciera que nadie se puede privar de meter la pezuña y dejar su huella en la milenaria tierra.
Se cerró, viva o no, el ciclo de un dirigente y su ausencia marcará a no dudarlo profundos cambios.
Algo tan cotidiano como un accidente cerebrovascular agudo que saca de circulación a un dirigente, puede prender fuego a una región que siempre conserva incandescentes las cenizas.
El recuerdo histórico de Atila no fue casual ni traído de los pelos.
Tengo toda la impresión que se estaban madurando otros campos de conflicto y que este episodio puede torcer la ruta del devenir histórico.
Desde que inicie la redacción de este artículo, simultáneamente a las primeras informaciones sobre la afección de Sharon han pasado demasiadas cosas, ninguna buena, que me afirman en la creencia que esto no va para “parches” ni soluciones coyunturales. En lo interno la información o desinformación que da Israel en nada ayuda. Esta especie de macabro velorio en vida muestra que la situación es bastante más compleja de lo que parece. El cúmulo de contradicciones y partes médicos encontrados supera todo lo conocido, aunque sea comprensible que a tanta altura hasta la medicina deba subordinarse a las “razones de estado”. El hombre ya está políticamente terminado, viva o no. La sucesión que no es un simple cambio de nombres, es el paso obligado y necesario por más continuidad que pretenda tener un Estado, otras serán las políticas o incluso los métodos y es preciso definirlas antes que un “fait accompli” le ponga andariveles a la salida. En lo externo se recalienta el conflicto, esta vez sin eufemismos: “nuclear”, que ha nadie le queden dudas y Europa sin razón aparente, se pone en la primera línea del conflicto.
Varias veces lo expuse en esta página, la guerra es cosa seria y con ella no se juega, nunca se pudo tener todo controlado. Los que advierten, amenazan o juegan a pesados, solo están demostrando que sirven para cualquier cosa menos para estar al frente de una potencia. No es para perder de vista lo que pasa y en no más de 48 hs. volveré sobre el tema.
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