Con motivo de la supresión, redireccionamiento de subsidios o como gusten llamarlo; he escuchado opiniones de todos los colores, me asombró la coincidencia en cuanto al despreciable impacto inflacionario directo de la medida, al estar excluidos comerciantes e industriales.
Posiblemente para sus mágicas fórmulas sea así, pero ocurre que existe el denominado sentido común.
Si usted es pintor, plomero, abogado, médico o contador cae en la volteada y tendrá que pagar un aumento del 100 al 400%, y para poder hacerlo tendrá que aumentar el precio de sus servicios técnicos o profesionales o bajar algunos escalones en su nivel de vida.
Poco importa que el cristiano que los requiera lo llame inflamación o costo de vida.
Por paradójico que resulte sorprende que la manía de ponerle nombre a todo impida entenderse; supongo que así comenzó lo de Babel que eyecto a los primeros humanos a las cuatro esquinas del mundo y aún no hemos podido encontrarnos, estando en la época de la comunicación y la movilidad.
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