Había una vez un país que un buen día decidió que el subsuelo era propiedad de sus provincias sin reparar que en las profundidades no hay límites fronterizos, y esos límites en la superficie son artificiales creaciones políticas, un disparate como decidir de quien es el viento o de quien es la tenencia y la guarda de las cenizas del volcán que nos ocasiona daños.
Luego se apodero de una empresa que lo explotaba y les regaló acciones y un sillón en un multitudinario directorio.
Los problemas en distribuir con justicia los ingresos entre todas y el fracaso de un federalismo mentiroso hicieron que sus ilustrados dirigentes que se manejan con el copia y pega se inspirasen en el modelo de las autonomías españolas; tras ellas aparecieron los nacionalismos regionales, que solo están dormidos y de ellos a los movimientos secesionistas hay un paso.
Somos Nación dijeron algunas, tenemos nuestro idioma, otras costumbres. La educación y salud pública, ya se las habían transferido y dependen de ellos, tienen justicia, policía y experiencia en emitir y manejar cuasi monedas; ahora un riquísimo subsuelo y una empresa capaz de explotarlo y servirle de respaldo a la moneda: 1 mapuche = 1 dólar = 0,05 argentinos ¡con eso basta y sobra!
¿Por que ir a Miami, Londres o Roma hacer compras cuando en Calafate, Viedma o Bariloche tiene lo mismo a igual precio, ahorrándose el viaje, visas, pasaporte y otros incordios?
De inmediato las grandes potencias aplaudieron, los reconocieron, firmaron pactos de defensa, instalaron bases y escudos misilísticos, les ofrecieron ingresar a la ONU y abrieron embajadas, en realidad modestas oficinas de negocios, sabiendo que su constitución prohíbe las aduanas (coladores) interiores y el contrabando desde tiempo inmemorial es deporte nacional.
No le digo colorín colorado este cuento ha terminado, porque es muy largo, llega hasta donde su imaginación alcance.
Como aún no ha comenzado el próximo circo, no es cuestión de hacer una crisis de abstinencia de malos presagios.
No es broma ni fantasía, escribo en serio, se que es difícil imaginarlo todo junto pero un paso tras otro se llega, se van acomodando las piezas tapando agujeros, por el mismo camino cosas más impensables hemos hecho realidad ¿o no?
Pueden tomarse su tiempo, para preparar el próximo sainete, tengo cientos de cuentos y una imaginación muy calenturienta.
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