Se ha convertido en una sucia operación de prensa para tapar muertes, robos y arbitrariedades: una de las más antiguas consecuencias de guerras y enfrentamientos a la que todos parecen adherir y encontrar motivos de festejo y alegría.
Pedieron su identidad los huérfanos y descendientes de familias aniquiladas en todas las guerras, la perdieron los hijos de pueblo vendidos como esclavos, fuesen sus captores distinguidos senadores o cónsules Romanos, Lanista- traficantes de esclavos- Holandeses, Ingleses, portugueses, civilizados americanos del norte, con africanos primero y chinos después para hacer ferrocarriles
Miles de niños del bando Nacional secuestrados y deportados a Rusia por los Republicanos durante la guerra civil española no le quitaron el sueño al Juez Garzón ni a su amiga la hoy abuela Carlotto.
Todos coinciden que es tan grave uno como cien, no obstante hay términos que parecen necesitar un piso para ser creíbles: 6 millones para un holocausto, 30 mil desaparecidos para un genocidio argentino no obstante que nadie pudo pretender documentar más de tres mil, incluidos muertos por los mismos terroristas por flojos o sospechados de abandonar sus filas por ellos mismos o prófugos
114 nietos recuperados para ser frustrada aspirante a Premio Nóbel de la Paz o Príncipe de Asturias y tener un certificado de abuela.
En los cuatro días previos desaparecieron de Santa Fe cinco menores cuyas identidades serán sustituidas. Sin que se rasgara una vestidura
No hubo prudencia ni pudor, cada militante sumó lo peor que traía bajo el poncho
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