LA FURIA DE LA IMPOTENCIA

Pocas cosas la pueden desatar en todo su esplendor.

Quiero y no puedo es intolerable, más aún para aquellos que no aceptan limites a su capricho.

En esta semana amigo lector he tratado de escaparme de este pantano maloliente, todos sabemos, leído y escuchado lo que ocurre y se dice o nos asombramos por lo calientes que están lo precios congelados para tapar una inflación que no existe.

Entramos en el último trimestre preelectoral; tiempo de bombas, atentados, suicidados, en fin de barbarie desatada y estimulada desde el más alto cargo de la nación.

¡Cosas veredes Sancho…!

No la toman por estúpida doña: lo es.

Tiene las leyes que quería, atomizó y capó a la supuesta oposición; debiera estar relajada, contenta, pero no, enloquece.

Quizás hay una sola imagen: la de un elefante aterrorizado en un bazaar, cada movimiento rompe algo y se asusta más.

Como no puedo llorar por la leche derramada prefiero reírme imaginándolo al Rambo Berni al frente de un convoy tratando de llegar con auxilios tardíos a Neuquén porque estalló el volcán

A Boudou muerto de risa, imaginándose presidente, al arquitecto mafioso haciendo planos para fugarse, a Baez desesperado temiendo que las cenizas le tapen sus bóvedas o no pueda encontrar el camino a sus estancias.